sábado, 12 de marzo de 2011

El sentir de la mujer brava

Acabo de leer un correo que una vieja amiga (vieja por el tiempo que la conozco, más no por la edad) y no puedo estar más complacida. Parece que el sueño de toda mujer del siglo XXI se está haciendo realidad  Por fin un hombre ha salido a dar la cara por las mujeres que valemos la pena. Y ustedes se preguntarán: ¿Quién es ese hombre? ¿De qué se trata el sueño de toda mujer moderna?
El nombre de este héroe de las mujeres actuales es Héctor Abad Faciolince. Y tal vez la mayoría de ustedes se preguntarán: ¿y quién es Héctor Abad Faciolince? Permítanme tomar unas palabras para platicarles más a cerca de este personaje.
Héctor Abad Faciolince, escritor y periodista colombiano. Nació en Medellín, Colombia en 1958. Estudió lenguas y literaturas modernas en la Universidad de Turín Entre sus novelas están Asuntos de un hidalgo disoluto (1994), Fragmentos de amor furtivo (1998), Basuraz (2000, Premio Casa de América de Narrativa Innovadora) y Angosta (2004, mejor novela extranjera publicada en China en 2005). Ha publicado también los libros de ensayos breves, Palabras sueltas (2002) y Las formas de la pereza (2007), el volumen de relatos El amanecer de un marido (2008), y otros tres de género incierto, Tratado de culinaria para mujeres tristes (1997), Oriente empieza en El Cairo (2002) y El olvido que seremos (2006). Sin embargo la proeza más grande (por lo menos desde el punto de vista de las mujeres actuales) es haber escrito un ensayo a cerca de LAS MUJERES BRAVAS.
Y es precisamente en ese ensayo que radica el sueño de toda mujer moderna. Pero, ¿de qué trata ese sueño? Es muy sencillo. Queremos dejar de ser el modelo “perfecto” para el hombre machista.
En sus letras Héctor Abad, defiende el derecho que tenemos las mujeres “bravas” a ser amadas y valoradas, a ser aceptadas tal y como somos: ya dejamos de ser las mujeres sumisas y obedientes, para convertirnos en mujeres con ideas y gustos propios, con opiniones que defendemos ante cualquiera, con valor a criticar lo que creemos que está mal, y a proponer ideas que ayuden a mejorar eso que está mal. Con convicción propia, con aspiraciones laborales, políticas, sociales, familiares. Con sueños y esperanzas que queremos compartir con un hombre que quiera recibirlos. Queremos ser valoradas por esas esperanzas, esos ideales, aspiraciones y convicciones y no por qué tan levantadas y duras tengamos las bubis y las nalgas, o por lo plano del abdomen, o lo lisa que esté la piel de las piernas. Somos más que eso. Somos esencias perdurables.
Queremos que VEAN nuestra mirada. Dentro ella se encuentra un ser que tiene mucho que ofrecer y que puede dar todo lo que cualquier hombre desea. Solo pedimos que nuestras ideas sean igual de valiosas que las de los hombres, que nuestras convicciones sean tan válidas como las de los hombres, que nuestras aspiraciones sean tan válidas como las de los hombres.
Las mujeres actuales somos feministas, sin embargo consientes de que los hombre y las mujeres NO SOMOS IGUALES. Somos complemento. Somos igual de valiosos como seres humanos e individuos. Tenemos roles muy definidos que desempeñar.
Así que, si hay algún caballero que este leyendo esto, no tienen porque sentirse “amenazados” por nosotras. Eso sí, deben de estar consientes de que somos mujeres de ciclos de 28 días (a veces 29, a veces 35, ¡qué más da!), y durante ese ciclo hay altas y bajas, buenas y malas, tristes y felices. Que no buscamos quien nos entienda, sino quien nos quiera, nos ame, nos desee, nos valore, nos “posea”, nos apasione.
Queremos hombres valientes que no les de miedo una mujer “entrona” o “echada pa’delante”. Hombres dispuestos a asumir su rol sin pretextos, hombres que nos den la suficiente confianza para poder compartir responsabilidades y retos. Queremos hombres que quieran recibir lo que tenemos que dar.
Cierro esta reflexión diciendo que me gusta ser mujer, y que me gusta más ser la mujer que soy. Que si he estado sola a lo largo de mi vida adulta, es porque me he topado con hombres con miedo a tener una mujer con las agallas de ser un individuo independiente e irreverente y esos hombres no han tenido los hue …. ,el valor de encontrar la felicidad en una mujer como yo.

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